Desde que nació la idea de escribir el libro, Santi siempre ha estado ahí, colaborando.
Fue por eso uno de los protagonistas en la presentación del libro "Noches de BV80" en el Centro de Historia, junto a Francisco Ortega, Paco Rallo, Marisa Lanca y Raúl Herrero. Aquí os dejamos su prólogo incluido en "Noches de BV80".
Valtueña y Santi en la presentación del libro
Bendito garito
Cuando, después de casi 20 años, me encontré en una fiesta con el amigo Valtueña, de golpe retrocedí en el tiempo y sentí en el estómago la emoción de la primera vez que me subí con un grupo a un escenario. Eso sucedió precisamente en su local, el BV80.
Por entonces Josemari era un barbudo con pinta de intelectual de izquierdas y con gesto entre severo y circunspecto. Ésa era su careta para bregar con la pandilla de críos que, con la cabeza llena y los bolsillos vacíos, habíamos tomado al asalto su establecimiento.
Con 16 años nos pegábamos las tardes enteras allí metidos y si había suerte, algún día, hasta consumíamos y le hacíamos algo de gasto. Pero la solución para beber gratis se presentó sola. Alfonso, el camarero, tocaba un poco la batería y con él, mis dos amigos del instituto y la Rocky, que siempre andaba por allí, formamos “Las Ratas del Huerva”. Actuamos en el bar un fin de semana y nos separamos. Pero hicimos buena amistad con Alfonso y a Josemari la verdad es que le hacíamos gracia. Todo eso unido al morro que en aquel momento le echábamos a la vida, desembocó en que el BV fuera nuestra casa.
Santi, micrófono en mano, con "Las Ratas del Huerva" en el BV80
Allí conocí a Fernando y César, compañeros de viaje en “El acto fallido” y “Los Especialistas” pero también a mucha otra gente que tenía distintas inquietudes artísticas, teatro, pintura, danza, literatura …y que después he conservado como amigos.
Hubo un momento en el que llegábamos a formar casi un grupo distinto al mes para poder actuar allí. Los sótanos nos servían de local de ensayo y disponíamos de las llaves del bar para poder ensayar por las mañanas en vez de ir a clase, todo un lujo.
Todos los días había alguna actuación en el escenario del BV y si ésta no estaba programada, surgía de modo espontáneo e improvisado. Josemari fue un gran agitador cultural en un momento en el que Zaragoza era, más que nunca, la capital del desierto; fue una especie de mecenas sin un duro que ayudó a que muchos encontráramos nuestro camino proporcionándonos un espacio en el que expresarnos, aprender de otros y de nosotros mismos.
He seguido el proyecto de este libro desde el principio y doy fe de que ha sido un trabajo arduo y concienzudo: Valtueña nos ha hecho hacer memoria a todos y todos hemos gozado haciéndola, dándonos cuenta de la importancia que el BV80 tuvo en nuestras vidas.
Bendito garito.
Santiago del Campo
febrero de 2010
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