Una, la de los fumadores, que lo somos porque nos han metido el tabaco por los ojos los propios gobiernos desde que nacimos, y resulta que nos gusta. Que no lo queremos dejar, porque nos gusta, y porque dejaríamos de sentirnos personas si lo abandonáramos por la imposición de no permitirnos fumar en nuestros ratos de ocio, en nuestros bares, como lo hemos hecho toda la vida. A todos nosotros nos obligan a dejar de relacionarnos con los otros, con los "normales", y a ir escondiéndonos por los rincones como los antiguos yonkis.
Sólo el pensarlo nos está haciendo sentirnos muy mal. Pero peor será, hasta el punto de que podamos llegar a explotar, cuando los "normales" pasen a nuestro lado por esos rincones, volviendo la cabeza para no mirarnos, como si realmente fuésemos yonkis, para meterse en nuestros antiguos bares.
Digo "nuestros" porque somos los que hasta ayer los hemos mantenido. Hasta ayer el 80% de la clientela y de los dueños de locales de copas e incluso de restaurantes éramos fumadores.
Los otros, algunos, ya incluso se permiten regodearse públicamente. El gobierno ha hecho tan bien su labor de lavado de "cerebros" a nivel nacional, que no va a necesitar policía para que se cumpla el ordeno y mando, ni inspectores que, por cierto, más valdría que se dedicaran de verdad a echar un simple vistazo a las cocinas y servicios de los locales de hostelería, porque eso sí son auténticos puntos de contaminación.
Estos que se regodean, y más los que lo hacen a las espaldas, le van a solucionar la labor, gratis, al régimen. Van a ser nuestros "particulares policías", los parapolicías del estado, como en cualquier república bananera, que por lo visto es a lo que aspira este país, al ver que tras lavado más lavado y lavado de cabeza han conseguido que nadie salga a la calle para protestar por nada, de tantas cosas en las que nos ha jodido el poder, y nos va a seguir jodiendo.
Con tanta zarandaja, con tanta Belén Esteban, y ahora con esta jodienda, pretenden mantenernos entretenidos para que no protestemos, ni siquiera porque al llegar a las puertas de atrás de los supermercados y ponernos a escarbar en los cubos de basura en busca de lo que tiran, nos quedemos sin comer porque ese día otros se nos han adelantado.
Alguien dijo que con esta ley iban a matar la bohemia. Muchos de los que ahora serán nuestra policía se han estado aprovechando de ella, de las enriquecedoras relaciones tenidas en esos garitos llenos de música, de intercambio y generación de ideas, de buen humor y malos humos por culpa de malas extracciones. Los fumadores pasivos, como dice Minchinela, Raúl Sensato para más señas, "ahora se quedan sólo en pasivos".
Pero esos malos humos opcionales nunca serán tan malos como los que nos obligan a tragar indiscriminadamente los miles de coches, camiones y motos supercontaminantes que circulan por nuestras calles. Esta imposición gubernativa es tan surrealista que nos prohibe fumar, por ejemplo, en los paseos centrales de la avenida Fernando el Católico y Gran Vía, por haber zonas de juego infantiles. Cuando por el gran pasillo que forman las fachadas de sus edificios, a 1 metro de los toboganes, circulan miles de vehículos motorizados al día, a escape libre.
Tan surrealista como subir los impuestos al tabaco para compensar los que van a dejar de proporcionar el nuevo medio millón de parados que provocará esta ley: dueños y trabajadores en general de hostelería, propietarios de tanta cantidad de locales como tendrán que cerrar, que entonces sólo servirán para criar ratas y cucarachas, que no es negocio; más empresarios y empleados de los otros cientos de negocios que existen por y para la hostelería.
¡Ah, no! Que dicen los "normales" que ahora van a ir y a gastar más en los bares para compensarles las pérdidas, cuando han tenido oportunidad de acudir a garitos de no fumadores y, los aventurados dueños que se atrevieron, ante la ruina, no les quedó más remedio que desempolvar los carteles de permitido fumar.
Pero tranquilos todos a los que les interese, porque la bohemia ni se va a perder ni se perderá nunca. Volverán esos clubes alternativos, alegales o fuera de la legalidad. Esos que, como los bares que se verán obligados a cerrar, tampoco pagarán impuestos, y donde la bohemia será Magia. Esos en los que sí dejaremos entrar a todos los que, aun aparentemente normales, hayan logrado conservar su menta sucia, léase desnormalizada.
Octavio Gómez Milián me preguntaba ayer por facebook si no pensaba ir ya a mi garito habitual porque no me dejaran fumar, que si había encontrado ya algo alternativo. La respuesta fue que, sintiéndolo mucho, ni a ése ni a ninguno. Y que, como ahora ya me considero un proscrito y estamos todos controlados por el gran hermano, no le debía contestar a la segunda pregunta hasta que no nos viéramos cara a cara y se lo pudiera contar al oído. Las cosas serias no se pueden contar por facebook, ni por twitter, ni siquiera por mail.
Ya vale de mentiras. Nos conciencian poniendo siempre el ejemplo de otros países europeos, por ejemplo, para enfrentarnos a unos contra los otros por el tabaco, pero no nos cuentan que en Alemania sí que se puede fumar en los garitos de copas, o que en Grecia la hostelería ha hecho una rebelión general y han sacado todos los ceniceros de golpe a las mesas de los restaurantes y a las barras de los bares. Nos conciencian, y ni siquiera la prensa se atreve a quitarles la razón, con que en España está la gasolina un poco más barata, la luz un poco más barata, etc, etc, que en otros países de Europa, pero no nos cuentan, y nadie les contradice, con que en esos otros países los sueldos no son sólo un poco más altos que aquí, sino casi el doble, el doble, o incluso el triple, dependiendo de en cuál.
Nos conciencian para que les hagamos las labores de reciclado gratis, quitando puestos de trabajo y la posibilidad de ganarse la vida a miles de parados y menesterosos. Yo, personalmente, hace treinta y pocos años, sin necesitarlo, disfrutaba de buenas lifaras de juventud vendiendo dos simples saquitos llenos de cascos de botellas. Y no hace tantos, una cena de lujo para mi pareja y para mí, sólo con llevar a la Saica los periódicos comprados durante todo el año. En esos países que nos ponen de ejemplo, siguen pagando, ahora 10 céntimos de euro por cada botella de cristal o de plástico vacías, por cada lata de refresco, etc.
¡Por el cigarrillón contra tanta tortura a los silenciosos!
Esta ley antibohemia, anticreación, antimensajes al oído, por lo tanto, de prevención de la sedición (divide y vencerás), crea nuevas posibilidades de negocio para esos miles de menesterosos que, a partir de este año nuevo, ya podemos ser cualquiera.
A los cigarrillones que vamos a montar en plena vía pública, como antaño las cigarrilleras en estadios, plazas de toros, etc, podrá acudir cualquiera, con una cajita de madera colgada del cuello, llena de cervezas frías o cubatas y whiskies recién puestos, en el coche o en el carrito que tengan aparcado en la esquina.
Valtueña.
Sólo el pensarlo nos está haciendo sentirnos muy mal. Pero peor será, hasta el punto de que podamos llegar a explotar, cuando los "normales" pasen a nuestro lado por esos rincones, volviendo la cabeza para no mirarnos, como si realmente fuésemos yonkis, para meterse en nuestros antiguos bares.
Digo "nuestros" porque somos los que hasta ayer los hemos mantenido. Hasta ayer el 80% de la clientela y de los dueños de locales de copas e incluso de restaurantes éramos fumadores.
Los otros, algunos, ya incluso se permiten regodearse públicamente. El gobierno ha hecho tan bien su labor de lavado de "cerebros" a nivel nacional, que no va a necesitar policía para que se cumpla el ordeno y mando, ni inspectores que, por cierto, más valdría que se dedicaran de verdad a echar un simple vistazo a las cocinas y servicios de los locales de hostelería, porque eso sí son auténticos puntos de contaminación.
Estos que se regodean, y más los que lo hacen a las espaldas, le van a solucionar la labor, gratis, al régimen. Van a ser nuestros "particulares policías", los parapolicías del estado, como en cualquier república bananera, que por lo visto es a lo que aspira este país, al ver que tras lavado más lavado y lavado de cabeza han conseguido que nadie salga a la calle para protestar por nada, de tantas cosas en las que nos ha jodido el poder, y nos va a seguir jodiendo.
Con tanta zarandaja, con tanta Belén Esteban, y ahora con esta jodienda, pretenden mantenernos entretenidos para que no protestemos, ni siquiera porque al llegar a las puertas de atrás de los supermercados y ponernos a escarbar en los cubos de basura en busca de lo que tiran, nos quedemos sin comer porque ese día otros se nos han adelantado.
Alguien dijo que con esta ley iban a matar la bohemia. Muchos de los que ahora serán nuestra policía se han estado aprovechando de ella, de las enriquecedoras relaciones tenidas en esos garitos llenos de música, de intercambio y generación de ideas, de buen humor y malos humos por culpa de malas extracciones. Los fumadores pasivos, como dice Minchinela, Raúl Sensato para más señas, "ahora se quedan sólo en pasivos".
Pero esos malos humos opcionales nunca serán tan malos como los que nos obligan a tragar indiscriminadamente los miles de coches, camiones y motos supercontaminantes que circulan por nuestras calles. Esta imposición gubernativa es tan surrealista que nos prohibe fumar, por ejemplo, en los paseos centrales de la avenida Fernando el Católico y Gran Vía, por haber zonas de juego infantiles. Cuando por el gran pasillo que forman las fachadas de sus edificios, a 1 metro de los toboganes, circulan miles de vehículos motorizados al día, a escape libre.
Tan surrealista como subir los impuestos al tabaco para compensar los que van a dejar de proporcionar el nuevo medio millón de parados que provocará esta ley: dueños y trabajadores en general de hostelería, propietarios de tanta cantidad de locales como tendrán que cerrar, que entonces sólo servirán para criar ratas y cucarachas, que no es negocio; más empresarios y empleados de los otros cientos de negocios que existen por y para la hostelería.
¡Ah, no! Que dicen los "normales" que ahora van a ir y a gastar más en los bares para compensarles las pérdidas, cuando han tenido oportunidad de acudir a garitos de no fumadores y, los aventurados dueños que se atrevieron, ante la ruina, no les quedó más remedio que desempolvar los carteles de permitido fumar.
Pero tranquilos todos a los que les interese, porque la bohemia ni se va a perder ni se perderá nunca. Volverán esos clubes alternativos, alegales o fuera de la legalidad. Esos que, como los bares que se verán obligados a cerrar, tampoco pagarán impuestos, y donde la bohemia será Magia. Esos en los que sí dejaremos entrar a todos los que, aun aparentemente normales, hayan logrado conservar su menta sucia, léase desnormalizada.
Octavio Gómez Milián me preguntaba ayer por facebook si no pensaba ir ya a mi garito habitual porque no me dejaran fumar, que si había encontrado ya algo alternativo. La respuesta fue que, sintiéndolo mucho, ni a ése ni a ninguno. Y que, como ahora ya me considero un proscrito y estamos todos controlados por el gran hermano, no le debía contestar a la segunda pregunta hasta que no nos viéramos cara a cara y se lo pudiera contar al oído. Las cosas serias no se pueden contar por facebook, ni por twitter, ni siquiera por mail.
Ya vale de mentiras. Nos conciencian poniendo siempre el ejemplo de otros países europeos, por ejemplo, para enfrentarnos a unos contra los otros por el tabaco, pero no nos cuentan que en Alemania sí que se puede fumar en los garitos de copas, o que en Grecia la hostelería ha hecho una rebelión general y han sacado todos los ceniceros de golpe a las mesas de los restaurantes y a las barras de los bares. Nos conciencian, y ni siquiera la prensa se atreve a quitarles la razón, con que en España está la gasolina un poco más barata, la luz un poco más barata, etc, etc, que en otros países de Europa, pero no nos cuentan, y nadie les contradice, con que en esos otros países los sueldos no son sólo un poco más altos que aquí, sino casi el doble, el doble, o incluso el triple, dependiendo de en cuál.
Nos conciencian para que les hagamos las labores de reciclado gratis, quitando puestos de trabajo y la posibilidad de ganarse la vida a miles de parados y menesterosos. Yo, personalmente, hace treinta y pocos años, sin necesitarlo, disfrutaba de buenas lifaras de juventud vendiendo dos simples saquitos llenos de cascos de botellas. Y no hace tantos, una cena de lujo para mi pareja y para mí, sólo con llevar a la Saica los periódicos comprados durante todo el año. En esos países que nos ponen de ejemplo, siguen pagando, ahora 10 céntimos de euro por cada botella de cristal o de plástico vacías, por cada lata de refresco, etc.
¡Por el cigarrillón contra tanta tortura a los silenciosos!
Esta ley antibohemia, anticreación, antimensajes al oído, por lo tanto, de prevención de la sedición (divide y vencerás), crea nuevas posibilidades de negocio para esos miles de menesterosos que, a partir de este año nuevo, ya podemos ser cualquiera.
A los cigarrillones que vamos a montar en plena vía pública, como antaño las cigarrilleras en estadios, plazas de toros, etc, podrá acudir cualquiera, con una cajita de madera colgada del cuello, llena de cervezas frías o cubatas y whiskies recién puestos, en el coche o en el carrito que tengan aparcado en la esquina.
Valtueña.
De acuerdo en todo.
ResponderEliminarMe guardaré es blog, para verlo de vez en cuando. Saludos
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