Cada día alucino más con la sanidad en la hostelería. Vamos para atrás, en vez de para adelante.
Siendo en los 50-60 un país cuasitercermundista, esto lo cuidábamos más, queríamos vivir del turismo y lo conseguimos. Siguiendo con la tradición de importantes cafeterías en Zaragoza (el café "Ambos Mundos", finales del S. XIX a primera mitad del S.XX: el más grande y de los más elegantes de Europa, se encontraba en el paseo Independencia de Zaragoza), en los 60, 70 y 80 las hubo (no tan espectaculares) con decoración y un servicio esmeradísimo (entre otras muchas, "Las Vegas"), y ya se perdió la tradición.
El otro día, en uno de tantos pub que frecuento, "de confianza", me pusieron 3 hielos, cuando deberían saber que sólo quiero 2. El camarero, con sus dedos a modo de pinzas, me quitó el sobrante. Al ver mi cara, se disculpó con que había sido un acto reflejo, igual que si hubiera estado con su hermano. Mi contestación, automática, fue: Pues, tío, es como si me hubieras metido el dedo en el ojo. Por supuesto, aunque de mala gana, me cambió la copa.
Ahora, que, habiendo bares de no fumadores, los no fumadores siguen viniendo a los de fumadores, nos quieren prohibir fumar en nuestros sitios porque es malo para la salud. Para la salud son malas muchas cosas, principalmente: vivir. Comer y beber en los bares.
En el BV-80 podía haber polvo e incluso telarañas en sus maravillosas lámparas de cristalitos de estilos modernista y art nouveau, pero lo que se iba a llevar a la boca era sagrado e impoluto. La cristalería brillaba; nada más sacarla del lavavajillas, se secaba pieza a pieza con un paño inmaculado y se posaban sobre rejillas impecables que se lavaban una o dos veces a la semana. Las mesas se atendían bandeja y paño blanco en mano, con su correspondiente bayeta para limpiarlas y secarlas, aun estando ya limpias, cada vez que se sentaban un cliente. Al igual que la barra, en la que jamás se veían ni el cerco de un vaso.
En el BV-80, siendo sólo un garito de copas, se usaban palillos para pinchar las aceitunas de los diferentes tipos de martinis o aperitivos, o las guindas verdes o rojas que se colocaban en variadas combinaciones o licores. Pero todos estos palillos, incluidos los que tenían a su disposición en la barra los clientes, estaban individualizados en su correspondiente bolsita de papel. Cuando los tenía que manipular un camarero, se cogían por un extremo de la bolsa, se retiraba el papel de la zona que se necesitaba para pinchar lo que se había de pinchar, y se servía en la copa con su caperuzoncito puesto para hacer notar, como realmente ocurría, que ese palillo que se iba a llevar a la boca no había sido tocado por mano humana.
Con las pajitas para absorber líquidos, más de lo mismo: todas venían en su correspondiente funda de papel fácil de romper y, con igual procedimiento, se introducían en la copa o en el cóctel por el gorrito con el que se manipulaban.
Entre otras muchas malas cosas, ahora ¿qué ocurre bajo la desatenta y relajada mirada de sanidad? ¿Qué mata más, lo que entra por la boca o lo que por la nariz? Porque ésta, con tanta contaminación, la tenemos vacunada.
Siendo en los 50-60 un país cuasitercermundista, esto lo cuidábamos más, queríamos vivir del turismo y lo conseguimos. Siguiendo con la tradición de importantes cafeterías en Zaragoza (el café "Ambos Mundos", finales del S. XIX a primera mitad del S.XX: el más grande y de los más elegantes de Europa, se encontraba en el paseo Independencia de Zaragoza), en los 60, 70 y 80 las hubo (no tan espectaculares) con decoración y un servicio esmeradísimo (entre otras muchas, "Las Vegas"), y ya se perdió la tradición.
El otro día, en uno de tantos pub que frecuento, "de confianza", me pusieron 3 hielos, cuando deberían saber que sólo quiero 2. El camarero, con sus dedos a modo de pinzas, me quitó el sobrante. Al ver mi cara, se disculpó con que había sido un acto reflejo, igual que si hubiera estado con su hermano. Mi contestación, automática, fue: Pues, tío, es como si me hubieras metido el dedo en el ojo. Por supuesto, aunque de mala gana, me cambió la copa.
Ahora, que, habiendo bares de no fumadores, los no fumadores siguen viniendo a los de fumadores, nos quieren prohibir fumar en nuestros sitios porque es malo para la salud. Para la salud son malas muchas cosas, principalmente: vivir. Comer y beber en los bares.
En el BV-80 podía haber polvo e incluso telarañas en sus maravillosas lámparas de cristalitos de estilos modernista y art nouveau, pero lo que se iba a llevar a la boca era sagrado e impoluto. La cristalería brillaba; nada más sacarla del lavavajillas, se secaba pieza a pieza con un paño inmaculado y se posaban sobre rejillas impecables que se lavaban una o dos veces a la semana. Las mesas se atendían bandeja y paño blanco en mano, con su correspondiente bayeta para limpiarlas y secarlas, aun estando ya limpias, cada vez que se sentaban un cliente. Al igual que la barra, en la que jamás se veían ni el cerco de un vaso.
En el BV-80, siendo sólo un garito de copas, se usaban palillos para pinchar las aceitunas de los diferentes tipos de martinis o aperitivos, o las guindas verdes o rojas que se colocaban en variadas combinaciones o licores. Pero todos estos palillos, incluidos los que tenían a su disposición en la barra los clientes, estaban individualizados en su correspondiente bolsita de papel. Cuando los tenía que manipular un camarero, se cogían por un extremo de la bolsa, se retiraba el papel de la zona que se necesitaba para pinchar lo que se había de pinchar, y se servía en la copa con su caperuzoncito puesto para hacer notar, como realmente ocurría, que ese palillo que se iba a llevar a la boca no había sido tocado por mano humana.
Con las pajitas para absorber líquidos, más de lo mismo: todas venían en su correspondiente funda de papel fácil de romper y, con igual procedimiento, se introducían en la copa o en el cóctel por el gorrito con el que se manipulaban.
Entre otras muchas malas cosas, ahora ¿qué ocurre bajo la desatenta y relajada mirada de sanidad? ¿Qué mata más, lo que entra por la boca o lo que por la nariz? Porque ésta, con tanta contaminación, la tenemos vacunada.
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