
Voz: Pepa Alceste
Música: Nacho Serrano
Grabado por Estudios Atmósfera
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Negativo, por La chica de la estación. Hechizo. Tributo a Bunbury y Heroes del Silencio
¡A todos quiero gritar! ¡A todos quiero gritar...!
Dr John "Tribal"
Jeff Beck "Emotion and Commotion"
Teenage Fan Club "Shadows"
Harol Budd "Little Windows"
Gil Scott Heron "I'm new here"
LP de Hip Hop: KNO "DEATH IS SILENT"
LP de Dream Pop: BEACH HOUSE "TEEN DREAM"
LP de IndieRock: THE NATIONAL "HIGH VIOLET"
LP de Indietrónica: CARIBOU "SWIM"
LP de Folk: THE TALLEST MAN ON EARTH "THE WILD HUNT"
En las entrevistas a personajes de la época para reconstruir la “verdad” del BV80, me encuentro con sentimientos enquistados en la conciencia de algunos de los que lucharon con ilusión para llegar a tener derecho a estrellarse. Creen que los que han triunfado se aúpan sobre montañas de cadáveres de los que se fueron quedando por el camino que suponían les llevaría a la “gloria”. Sin atreverse a mirar para abajo, estiran la cabeza desesperadamente, alejando su nariz del hedor de tal masacre, de la que han escapado sin saber porqué. Algunos ni siquiera se paran a preguntárselo. Prefieren mantener esa pose forzada de altivez. Se saben estrellas con pies de barro.
De la entrevista a Paco Cester.A raíz de terminar el libro "Noches de BV80", los antiguos Aborígenes del Cemento se vieron y escucharon su música por primera vez en mucho tiempo en una de las fiestas BV80 de la Estación del Silencio realizadas para mantener viva la obra hasta su publicación.
«En Aborígenes del Cemento faltó un código de amistad. Yo tenía veinte años y quería ser el que mejor cantara, el que mejor grupo tuviera (pero reconoce que iban todos muy justitos). Nos obsesionamos con que necesitábamos un músico mejor, más profesional. Teníamos el mejor grupo y la cagamos. Nos cargamos algo muy bonito por esa obsesión y ya no fue lo mismo. Tardé tiempo en darme cuenta de que lo importante es la expresión pura y dura, el pasarlo bien haciendo música. En aquel tiempo sólo me preocupaba de vivir, de pasarlo de vicio, no sabía o no me interesaban las gestiones. Pocos años después, un día en la En Bruto viendo a los Héroes, a un grupo de chicas al lado mío que cantaban mi “Yonky” les escuché decir que el mejor grupo que había existido era Aborígenes, que guardaban carteles y chapas en sus dormitorios y les ponían velas. A mí ya no me reconocían. De esa época, que fue el comienzo de todo, nadie ha escrito nada. Sólo quiero que la gente sepa que existí, que estuve allí, que pisé esas calles.»
"En el pop español todavía hay historias no contadas, batallas pasadas que no se han glosado, y también alguna derrota no recogida en los códices. Sin romantizar: que aún faltan cosas por entender y relatar, gaitas! De entre esas tierras medias que aún no cuentan con un capítulo en La Historia del Pop Español (uno como Dios manda, no un pie de foto, o una nota al pie) está Aragón. Ese lugar al otro lado de todo. Ese sitio que parece que no exista hasta que empiezas a recordar, y entonces los nombres te golpean como cantos rodados. Y aquí están todos, reclamando lugar y memoria, incluso asegurando que “Aragón ha ido un paso adelante en todas las tendencias de la península” o “la música aragonesa era mejor que en cualquier otra ciudad española”. ¿Verdad o falsedad? Hay que ver Tierra del Cierzo para desvelar el misterio, pero dejando de lado el paso adelante, la verdad está en la historia. La saga del rocanrol aragonés se cuenta en este filme de forma minuciosa, desde los 70’s hasta hoy, con sus héroes, caídos y malditos. Lo que vemos en la gran pantalla es una escena fértil y mutante que va de un extremo al otro: del garajeo apasionado de John Landis Fans al rollo épico-gótico de Niños del Brasil-Bunbury-Héroes del Silencio, de Tachenko a Amaral, de Las Novias a El Niño Gusano, de Telephunken (ex-Nothing) a Violadores del Verso. Vamos, para salir, sale incluso Labordeta (que era fan de Las Novias). ¿Y los bares? Son lugares que no se pueden menospreciar, y su papel en Aragón es fundamental, y aquí se loan todos, viejos y nuevos, de la sala Metro al BV80, del Mañana a El Sol. Porque bajo el cierzo también crecen flores; sólo hay que saber hacia dónde mirar. Es justo ahí, al otro lado."
Jorge Nebra es un aragonés de estudios cubanos y amigo de Manolo Kabezabolo (colaboró en uno de sus cortos). Es autor del largo Habanece (2003). Su tercer filme, Ángel, está actualmente en pre-producción.
La muestra de este film será:
Mucha suerte, Jorge!
Lo conozco desde que venía de visita al estudio de los Forma, allá por 1973 ó 74. Todo el mundo quería ver a los bichos raros en crudo y, como bichos, les dábamos gusto. A la mayoría les abríamos la puerta en pelotas y los atendíamos en pelotas. Ellos, para entrar en la modernidad, necesitaban un bautizo, un baño de “Forma”; se hacían los no sorprendidos. Aunque, si alguno resultaba realmente duro o lo parecía, en un ataque de “histeria colectiva” lo perseguíamos con el cuchillo ritual de los sacrificios por el pasillo, transportándolo al altar de la gloria, por venir.
Al Abuelo no (José Antonio por entonces para nos ya lo era, teníamos 18 años). Al Abuelo lo recibíamos con honores, vestidos y con su último elepé sonando a toda pastilla en el tocadiscos (casi siempre lo veíamos llegar por la calle desde el balcón), aunque nuestro rollo musical fuese por otros derroteros. Cara a la galería, o sea, los Forma mismos, era “el cachondeo” con el que afirmábamos nuestra rebeldía, pero en el fondo había un homenaje y la manera de mostrarle respeto.
Ustedes ya saben de mi pasión por lo celtibérico, por lo de aquí. Es un interés que me han construido por oposición: lo español es sistemáticamente despreciado (y en consecuencia ignorado) por los propios españoles. El dibujo que nos hacen (nos hacemos) los medios es muy representativo: si hay un informe de varias páginas sobre twitter o facebook, se centra en usuarios extranjeros. Los españoles no salen por ningún lado. Igualmente, no hay retratos de la calle. Rtve emitía recientemente una crónica de la transición en la que todo el mundo estaba de acuerdo y las vías principales eran las vías únicas. La calle española es un problema, un silencio. No pasa nada. Circulen. Esto ha sido así, y sigue así.
En consecuencia, he disfrutado con la lectura de Noches de BV-80, de Valtueña. Un tochaco de mil y pico páginas que narra la Zaragoza subterránea, la del teatro improvisado y los grupos de rock incipientes y los chavales de sexo, drogas y volumen alto. Lo hace desde la barra de un bar del que se sale para ir de putas, ser atracado a punta de navaja y comprar discos, que empezaban a aparecer las tiendas. Si fuera Nueva York, estarían todos babeando. Pero habla de aquí, les explica a ustedes. Le da marco al contexto en el que estamos, que creemos que ha caído del cielo.
El privilegio del BV80 es que fue un vórtice. Mientras en otras ciudades los punks iban por su lado y los jevis por su otro y los pintores por allá y los poetas por el suyo, en Zaragoza entre 1981 y 1983 todos pasaban por ese lugar, porque no había otro. Allí tenías performances y guitarreros y recitados y cante jondo, con los consiguientes conflictos entre tipologías de público, porque les recuerdo que en los ochenta las diferencias de tribu se resolvían a palos. La historia del BV-80 puede ser la historia canon de la Transición subterránea porque no separa ni encapsula: están todos en el mismo lugar, los conflictos y las relaciones están a la vista. El bar, ese bar, es el modelo a escala de todas las calles en la máxima efervescencia.
Mil páginas dan para mucho, y por ahí verán a mucha gente que les sonará. Aparece Sabina, y Krahe, y Loquillo, y Miguel Ríos, y Manolo García, y el Cojo Manteca, todos como actores secundarios, como cameos insignificantes, en una historia que tiene el centro en otro lado, en ese lugar que nunca aparece en los documentales. Que explica lo que luego, en los estudios, se reconstruye teorizando.
La cultura de la ciudad se propaga en los bares, y se revela donde solo había uno. Allí tocó primera vez un quinceañero colegial que sería Enrique Bunbury, allí pululaba el malogrado Mauricio Aznar, hacía la suya La Polla Records. Allí meaba a la concurrencia Dionisio Sánchez, epataba el Grifo invadiendo de Guardia Civiles. Allí pasaba todo, en un imprevisto diario, que es el ideal de la vida urbana fuera de programa.
Así que ahí les dirijo, a ese Juan Valdivia que no se atrevía a tocar, a ese Félix Romeo que mareaba con su tumulto de tertulianos, a ese Alfredo Saez que entró en la espiral que desembocó en el Butoh y el Premio Nacional, a esos estudiantes de medicina que se iban de marcha armados con navaja, a los gitanos que asaltaban la caja empuñando recortada, a los quinquis (”payos agitanados”, los define) que lo mismo eran el mal que eran lo peor. Querrán entrar buscando nombres, que es lo que tienen ustedes por costumbre, y encontrarán la locura coral, metropolitana, donde se cruzaban los delincuentes y los políticos y los estetas. Donde todos son tan protagonistas como secundarios.
Procuraré presentarles algunos extractos en este rincón, como este tomado de la pág 210:
"En el 68, Alfonso pertenecía a Los Cheyenes, primera tribu urbana de Zaragoza, más broncas que The Warriors. Fueron detenidos en su guarida durante un guateque (donde cobraban entrada) el cabecilla, diecisiete de sus rockeros y veintidós “tontitas” de entre catorce y diecinueve años, hijas de la alta burguesía.
Lo que más llamó la atención fue descubrir el sistema de sorteo empleado para ver cuál se tiraba cada quien. Las nenas, gustosas, se quitaban las braguitas nada más entrar, metiéndolas en un cesto. Sólo era cuestión de cerrar los ojos y escarbar."
Eso era en los sesenta. En los ochenta llegó la locura. Esa es la historia que polariza el BV-80.
Lo publica Libros del Innombrable.
Bola extra: el blog sobre el BV-80.
Javier Krahe y Valtueña. "La Filoxera"
La ley antitabaco, pendiente de aprobación en breve, deja una excepción para el consumo de tabaco dentro de los espacios públicos a las asociaciones o clubes de fumadores. En este sentido, los bares que deseen mantener el consumo de tabaco dentro de su local, tienen que:
Ayer traje a vender dos cajas de cascos. Tengo la misma distancia al contenedor municipal de cristal, que a la trapería del barrio.
Ayer me enteré de la muerte de mi amigo Antonio*. No me pude despedir y me desesperé.
Ayer… no sabía qué podía hacer por él, y prometí empezar a pensar.
Hoy regreso a la trapería, a reclamarle inspiración. Como él.
En cruzar el umbral, salgo a una atmósfera agobiante. Pasillos entre ropas y harapos semiprensados en fardos que anudan lizas, entre periódicos mezclados con envoltorios de papel y periódicas que atan alambres, entre botellas que colorean aire atiborrando cajas translúcidas. Paredes que se apilan hasta el techo, y rozan mis hombros.
Penetro al corralón a respirar aire libre. Han desalojado varios pisos antiguos para llenarlo.
Tras buscar por aquí y por allá, y rebuscar por allá y por aquí, me sorprendo con hallazgos que no tienen ningún valor: cerámicas a punto de romperse, vestimentas pre-compañíanacionaldeteléfonos, una colección de reyes, retratados sobre las caras de un puñado de monedas dentro de un sobre, al abrir el cajón de aquella cómoda descuajeringada, o ese montón de revistas republicanas, en esta silla de anea, destartalada.
Dos cajas de zapatos abiertas han ido a parar aquí, y descansan en ellas repletas de postales, por las que sobresalen, de cuando Maricastaño. ¡Imposible! ¡No son las de Antonio!
Saco la de una pareja de enamorados cursis, rodeada de cintas entrelazadas de colores chillones, y flores coloreadas con romanticismos. La miro al trasluz. ¡¿Se mueven?! Y me sorprende, tanto como al ver borrarse el primer bikini.
Alucinado, con las yemas de mis dedos, la sacudo abanicando el aire. Y los tórtolos pían sin desnudarse, se arrancan la ropa del uno al otro, frenéticos, locos. Insano romanticismo. Se despojan de su enfermedad, y hacen jirones, de lustros sonriéndose bobalicones.
La incertidumbre al creer ver lo que veo, me invita a batirla con celeridad, y se desbocan. Gatos que desatan el celo de una pasión atada durante años. Se revuelcan por el jardín regado, se arañan, se muerden por todos lados, y la perra, cuatro miles de festivos oculta en el vestido de comulgar, de festejar…, en ese gesto de enamorada, le ofrece su culo.
Se abren mis dedos como mi boca, y la postal cae al suelo. Saco otra. Una familia feliz. Por el canotier con patas de mostacho, las ostentosas agujas con filigrana de oro naciendo de un moño, estos trajecitos de marinero, y los lazones rosas y azules, proclama pintada de la virginidad, cuasidecimonónica. La sacudo y la bato, me aseguro. Esta orgía avergonzaría a Calígula.
Freno y se ralentizan. Tras un meneo, la mantengo estática. Una palmadita en la espalda, se desenfrenan. Ya no es preciso ventilarla, sólo, darles ánimos de vez en cuando.
Ilustración (incluida en la revista): Marisa Lanca
¡¿Qué invento del diablo, oh mío, es éste?! Antonio lo sabía. Para que mis ojos aspiraran sus postales, siendo tradición no meter la yema en la foto, rogaba cogerlas por los cantos. Bien me conocía.
¿Y si alguien batiera una suya? ¿Y si una de mi padre…? Mis yemas las contaminan del elixir de los huevos.
Él ¿qué vería? Le preguntaré a Josefa**… y, si no sabe, le contaré para que lo disfrute.
O ¡¿acaso es mi locura?!
Obsesivo, hago mover a las cajas de zapatos. Y, enarbolado, una a una enarbolo revistas enarboladas; y, una a una, acaban en tierra igual que muertos. Sólo era una alucinación. Me tranquiliza.
¡Hostia, ésta! Es la última. En sus páginas se animan las grandes aberraciones de la historia. ¿Cuál es el truco? Tendré que empezar de nuevo. O mejor, iniciaré a otro que aparente mente limpia, y compararé, para poner nombre a mi descubrimiento.
[*Antonio Fernández Molina. **Josefa Echeverría]
"Me acuerdo mucho de Paco Cester. Era muy bueno"Opinión actual de Valtueña:
Paco Cester era muy bueno. Los Aborígenes del Cemento eran muy buenos. Ahora todo es mejor. Como las maderas nobles, con el tiempo han enriquecido su color, todos sus registros.
Y, como prueba, una primicia. A ver qué opináis.
Del horno de Aborígenes, del que por fin está a puntito de salir su primer disco.
Una muestra sólo para vuestros oídos.
El tema beuveochentero por excelencia: "Yonki", con letra y voz de Paco Cester, grabado por Aborígenes del Cemento en 2010.
Escuchadlo en el lateral.
[una joya del BV80]